CRÍTICA DE CINE: FURIA (1995)
Los años noventa nos trajeron mucho cine marcial y de acción de calidad, tanto en cines como en los directos a vídeo. Podemos considerar los noventa el canto del cisne en cuanto a este tipo de acción, a pesar de contar con estupendos títulos en las dos décadas que llevamos de siglo XXI. Esto se debe a los videoclubs, claro está, y aunque ahora se lanzan estrenos en plataformas digitales, la sensación no es la misma, ya que actualmente los rodajes en formatos digitales abaratan los presupuestos y hace al cine más modesto muy accesible, pero también encontrándonos mucha morralla ya que casi cualquiera con una cámara de vídeo y un ordenador más o menos potente, es capaz de hacer una película, aunque no se tenga talento y apoyándose en efectos digitales de todas las calidades y consiguiendo así completar la post-producción aunque el resultado no sea muy bueno. El director puede terminarla en su casa dejándola lista para verse gastando sólo su tiempo. Pero en los ochenta y noventa los efectos eran más artesanales, necesitando contar con presupuestos detrás y pagar a los técnicos, por lo que se ponían en marcha producciones que conseguían distribución incluso antes de rodarse. En estos años aparecían nuevas estrellas que llenaban las estanterías de los videoclubs y que mantenían la llama del género encendida, y sin duda uno de los reyes fue Gary Daniels.
El año 1995 es sin duda un año de inflexión para Daniels. A pesar de haber aparecido en diferentes películas a principios de la década (con alguna otra aparición en los últimos años ochenta), estrenaba tres películas, El Puño de la Estrella del Norte (realmente se estrenaba en Japón en el ’95, llegando a las televisiones norteamericanas en febrero de 1996), Heatseeker (junio) y ésta que traigo, Furia, estrenándose directamente en televisión en noviembre, para saltar al VHS en marzo de 1996. Creo recordar que fue la primera que vi de Gary, o al menos identificándole como tal, incluso antes del City Hunter (1993) de Jackie Chan. Es probable que le viese en alguna otra película hongkonesa, o donde salía de secundario, pero fue Furia la que consiguió que me llamase la atención el británico. Y a veces este tipo de recuerdos llenos de nostalgia nos falsean la calidad de la propia película, y al volver a verla, sientes una decepción al ver que no es tan buena como la recordabas, pero por suerte, no es el caso. Siempre que me planteo escribir una crítica de una película que no es actual, me gusta volver a verla, a riesgo de encontrarme con la decepción mencionada, lo que me obliga a buscar otra película mejor para poder escribir la crítica. Es evidente que, si estás leyendo esto, es que Furia consigue mantener la calidad suficiente, a pesar de los años. Daniels ya había colaborado en papeles secundarios con la productora PM Entertainment Group, pero en esta ocasión debutaba como protagonista, sumando así una nueva estrella a la lista que la productora tenía en nómina, como Lorenzo Lamas, Jeff Wincott, Don ‘The Dragon’ Wilson o Cynthia Rothrock. Como director nos encontramos al sirio Joseph Merhi, co-fundador de la productora junto al canadiense Richard Pepin, y la historia nos presenta a Alex Gainer, un profesor que se verá involucrado en un experimento ilegal y perseguido tanto por los responsables de dicho experimento como por la policía. En una hora y media tenemos acción sin parar, tanto marcial como tiroteos, persecuciones con camiones e incluso momentos de humor puntuales. Algo que me resulta curioso es que al argumento central tenemos que sumarle subtramas como la del periodista que persigue a Alex o el desarrollo del propio Gainer con su mujer e hija. A pesar de ser directamente una película de acción pura y dura, todo está bien medido, evitando que esos momentos más calmados no ralentizan para nada el ritmo frenético de la huida del protagonista. A pesar de esos personajes secundarios, no tenemos a ninguna cara excesivamente conocida en el reparto, actores habituales de la serie B que aportan sus dotes interpretativas al film. Donde sí tenemos nombres conocidos es en el apartado de la acción, la reina de Furia.
El coreógrafo es, nada más y nada menos, que el gran Art Camacho, artista marcial, actor, productor, guionista, coreógrafo de lucha y coordinador de especialistas. Su gran calidad como luchador y coreógrafo se une a la estupenda técnica de Daniels para ofrecer una serie de peleas dinámicas y espectaculares pero que no chocan con que el protagonista sea profesor. Resulta creíble que un profesor practique artes marciales y se le den bien ya que el diseño de cada técnica es espectacular, pero sin alcanzar cotas sobrehumanas. Los noventa nos ofrecían este tipo de estilo de coreografía, con cierto toque asiático, y evolucionando así lo que los ochenta nos había dejado, sin llegar al uso de cables, algo ya de finales de los noventa y principios de los 2000. También tenemos que sumar a Spiro Razatos, director de segunda unidad y responsable de las escenas de acción, y dada su experiencia como coordinador de especialistas, sabe cómo colocar la cámara para ofrecernos momentos arriesgados sumamente espectaculares, como ese camión cisterna arrollando un coche de policía, mientras un stuntman salta pisano ese mismo coche de policía. Todo esto consigue convertir a esta película en imprescindible dentro del género, sobresaliendo entre otras producciones similares. El toque de ciencia-ficción, con el tema del experimento, con ese tufillo a Soldado Universal (1992) (muy leve, que conste) es realmente un macguffin, una excusa para disfrutar de un Gary Daniels en plena forma en una de sus mejores películas.
NOTA: 7’75
Rage
Sinopsis
Un grupo de milicias derechistas corrupto elige a un maestro de California como el espécimen ideal para clonar para su ejército.