El cine egipcio no es demasiado conocido más allá de ciertos títulos de cine de autor y alguna coproducción, pero si en ella aparece Scott Adkins, es lógico que nos llame la atención ver esta película, sabiendo que la participación del británico es como secundario y villano, y que realmente estamos ante una película con una estrella local como protagonista. Por ello resulta motivador meterse con esta cinematografía desconocida para mí, sabiendo igualmente que el uso de una estrella del cine marcial norteamericano es una forma del propio cine egipcio de llamar algo la atención internacionalmente. Pero el caso es que aquí estoy, escribiendo sobre una película de acción con artes marciales de Egipto y ya que no puedo decir si es ejemplo del cine de género egipcio o no, vamos a ver qué tal se le da la acción a este país, y puedo adelantar ciertos puntos en común con otros países como la India o Hong Kong en ciertos conceptos en los que entraré en breve. Lo primero es conocer la trama y a los que están delante y detrás de las cámaras…
Conocida también como Karmouz War, nos traslada al reinado del Rey Faruk antes de la revolución de 1952 con la ocupación inglesa de Egipto. Tras ser detenido el sobrino del cónsul militar británico en tierras egipcias, el alto cargo se saltará la ley para recuperarlo, pero no contaba con un rudo policía que no se deja amedrentar. Una especie de Asalto a la Comisaría del Distrito 13 (1976) de John Carpenter aderezada de drama, nacionalismo, parkour, acción balística y marcial. El autor de esta mezcla es Peter Mimi, director que ha tocado diversos géneros como el thriller, la acción o la comedia, además de dirigir series en televisión como The Godfather (2017), que escribe el guion junto a Mohamed El Sobky, tras trabajar en diversas producciones como productor. Amir Karara, habitual de la televisión local, lleva las riendas de la historia, interpretando a Youssef El Masry, todo un Charles Bronson egipcio con un toque a lo Adjay Devgan, la superestrella india. Un puñado de secundarios se encargan de personajes que a veces rozan lo paródico, como la prostituta, el ladrón o los oficiales de policía que apoyan a su jefe en este asedio. Estos secundarios aportan diversas facetas de las comentadas, como el drama, la comedia incluso, o la puramente de acción, como es el caso de Adkins. La combinación a veces es irregular, rompiendo el ritmo cuando meten, por ejemplo, toques de drama a la historia, ralentizando todo un poco. Está claro que esto es parte del intento de no ser una sencilla película de acción, algo que se une a las connotaciones históricas y políticas que tiene la historia, con un enfrentamiento entre los egipcios y los británicos, habitual del cine de Hong Kong e indio. No contiene la espectacularidad visual india, claro está, ni su luminosidad, manteniendo una imagen personal, más cercana a esos títulos de autor sobrios, donde aparece el thriller político en su segunda mitad, sumando así un subgénero más para seguir dando cuerpo a todo. Pero todo esto nos dirige a su tramo final, la esperada batalla que lleva toda la película fraguándose. Tras una secuencia de levantamiento patriótico contra los opresores británicos, tenemos una explosión de acción en toda la cara, con tanques, disparos, Scott Adkins dando patadas voladoras, Karara salvando niños, explosiones por doquier… hasta llegar al enfrentamiento entre los dos, con un Adkins superior físicamente en cuanto a arsenal técnico y velocidad, pero que Karara logra enfrentar gracias a su resistencia y enorme volumen muscular. Un duelo titánico y brutal, quizás menos espectacular de lo esperado, pero que consigue ser de calidad, sacando al menos lo mínimo esperado de Adkins para lucirse en una secuencia, la mejor de la película, es decir, las patadas más habituales del actor.
El director sabe aportar la espectacularidad visual en los momentos de lucimiento de Adkins, así como en general en las escenas de acción, con un buen equipo de stunts que aportan realismo a estas secuencias. El clímax posterior, para los amantes de la acción, reduce el impacto final, volviendo al patriotismo habitual, el mismo visto en producciones de Hollywood y que hemos aplaudido tantas veces, con los rambos y braddocks ochenteros. Por ello, en general, el resultado es más que positivo, con, resumiendo, una buena película con tensión, diversidad de géneros bien llevada casi siempre, con unas, o una, estupenda secuencia de acción non-stop donde podemos ver lucirse a Adkins, acreditado como la superestrella Scott “Boyka” Adkins, dejando claro el éxito de este personaje en Egipto. El trabajo de Amr Mcgyer y Andrew McKenzie como coordinadores de especialistas es correcto, demostrando conocer los gustos del público en la acción. Un resultado agradable, mejorable, pero que consigue mantener un nivel similar, y a veces superior, al de mucha serie B norteamericana actual, con ese ritmo épico in crescendo y que le da cierta relevancia dentro del género, un título a tener bastante en cuenta, aunque sea mientras esperamos, como ocurre en muchas ocasiones, títulos más potentes aún, pero por mí, encantado de poder ir viendo producciones como esta.